El presidente Luis Abinader convocó para esta semana a una segunda reunión con los partidos políticos que aceptaron firmar un Pacto por la Nación dominicana ante los riesgos que representa Haití para nuestro país y nuestra estabilidad democrática y económica.

Algunos partidos, como el PRD, el PLD y Fuerza del Pueblo, han mostrado resistencia a formar parte de la iniciativa. Han criticado duramente al gobierno del presidente Abinader y dicen que la propuesta carece de contenido, pues no hay un plan ni luce que haya coherencia en lo que el gobierno propone y lo que hacen las políticas públicas.

Organizaciones patrióticas y de la sociedad civil han acogido la propuesta, aunque no han sido invitadas a sentarse en la mesa en que están los partidos políticos. Grupos empresariales han acogido la propuesta, aunque tampoco han recibido invitaciones. Entre estas organizaciones las hay que contratan mano de obra haitiana, en el turismo, la construcción, la agropecuaria y en los servicios.

Después de la propuesta del presidente Abinader, el 27 de febrero, lo que hemos notado es un empoderamiento de los grupos extremistas, que se consideran autores de la iniciativa y que desean imponer condiciones especiales al gobierno, para seguir apoyándole.

Algunos parecen haber perdido la orientación y acusan al presidente Abinader de maldades e iniquidades. Le piden desligarse de las organizaciones multilaterales, como Naciones Unidas, retirar las propuestas de modificación de las sanciones a los traficantes de personas, redireccionar la verja frontera, y que sea una comisión fuera del gobierno la que supervise ese trabajo, repatriación de todos los haitianos en RD, revisión y auditoría legal del Programa Nacional de Regularización de Extranjeros.

Piden también supervisar y registrar a las ONGs nacionales y extranjeras que trabajan con haitianos, designar una comisión que trabaje con el nuevo currículo escolar en materia de sociales, castigar al personal de los hospitales que atienda a haitianos, cierre temporal de los consulados dominicanos en Haití, revisión de los protocolos del Cesfront y aplicar una ley contra la vagancia, entre muchas otras medidas.

Vociferan con mucho orgullo su dominicanidad y llaman traidor a la patria a Luis Abinader. En la práctica están pidiendo la sustitución del gobierno o un cambio del programa de gobierno del PRM por su propio programa de odio y de exterminio, que en realidad es lo que desean poner en ejecución o que el gobierno lo haga.

El presidente Abinader hizo una propuesta de unidad debido a que ha comprobado que los países con mayor responsabilidad en Haití (Francia, Estados Unidos y Canadá) no han puesto toda la atención necesaria, y que las Naciones Unidas ha reunido varias veces su Consejo de Seguridad, pero no ha dado pie con bola en encontrar la medida para que los haitianos se reconduzcan y pongan en marcha un programa de solución interna a sus realidad degradante.

Ante la falta de atención de la comunidad internacional, el presidente Abinader quiere poner un resguardo con acuerdos internos con los partidos políticos.

Sin embargo, el presidente Abinader sabe que esos partidos políticos pueden brindar apoyo simbólico, y cuando se presente una transacción o negociación que incluya a los miembros de la comunidad internacional, no puede poner en manos de extremistas las decisiones del gobierno en materia de política exterior. Podría utilizar algún documento firmado, como elemento de protección, si quisieran imponerle que acoja en campos de refugiados a determinada cantidad de haitianos. Eso se ha mencionado, pero no hay certeza de que sea cierta la petición.

Además, es cierto que ya comienza a sentirse el drama de la falta de gobierno en Haití con claros indicios de hambruna colectiva en ciertos grupos. La migración está fluyendo hacia Estados Unidos y no hacia nuestro territorio. Estados Unidos sigue tomando medidas para evitar la entrada de haitianos en su territorio.

La República Dominicana ha tomado decisiones, como el muro en la frontera, el reforzamiento de los equipos militares, y un ministerio de Defensa más atento y más activo, además de mayor honestidad en la vigilancia fronteriza.

Una cosa es el migrante haitiano que busca a la República Dominicana, y otra es el que desea llegar a los Estados Unidos.

El que viene a RD sabe que viene a trabajar en la industria agrícola, en la construcción, en los servicios o en áreas que no tienen demanda por parte de los dominicanos. Es un trabajo precario, desprotegido y está sujeto a malos tratos, agresiones, ninguna protección legal. En algunos casos tienen ya familia en el país y se han acostumbrado a un clima y territorio parecido al de su país, pero con grandes diferencias institucionales y legales.

No hay certeza de que la República Dominicana esté en peligro. Tampoco hay posibilidad de que nuestro país sea borrado del mapa por una invasión laboral. Los haitianos no tienen capacidad para organizar ninguna trama contra la República Dominicana. No pueden ponerse de acuerdo para hacer algo en su tierra y tampoco lo harán para hacer algo fuera de su país. Tampoco nuestro país es tan débil, tan precario, en su defensa, en su identidad, en su cultura, en su idiosincrasia. Un país no se elimina de golpe y porrazo, como plantean los que divulgan el miedo.

Hay mucha gente metiendo miedo para introducir políticas fascistas, para provocar un corte total de la migración haitiana. Hay quienes defienden la matanza de los haitianos en 1937, realizada por la dictadura de Trujillo, y les gustaría que aquello se repita para detener a los migrantes haitianos de hoy. Solo plantearlo es abominable, degradante, inhumano, irresponsable, y eso marcaría y condenaría de por vida a los dominicanos.

La migración es un fenómeno mundial y nadie puede detenerla. La hay de Dominicana hacia Estados Unidos, de México y Centroamérica hacia Estados Unidos, de Nicaragua hacia Costa Rica, de Venezuela a Perú, desde Marruecos hacia España, desde Perú y Bolivia hacia Chile. Y por supuesto que tiene que tiene que darse la migración desde Haití hacia la República Dominicana.

La economía dominicana es un atractivo para la miserable situación de los haitianos. Tenemos hospitales, ellos no tienen, tenemos inversión extranjera, ellos no tienen. Tenemos turismo, ellos no tienen, tenemos hospitales de maternidad que ellos no tienen.

Lo que corresponde es que el equipo de dominicanos que cuida la frontera sea reforzado, potenciado, educado y fortalecido en su función ética, para evitar el tráfico por unos pesos, y para que entiendan que su responsabilidad como empleados públicos no les permite descuidar su protección moral y social con respecto a su país.

Y si Fuerza del Pueblo, el PRD y el PLD se niegan a ser parte del Pacto por la Nación, que se sepa desde ya que esa es una decisión política que no toma en cuenta para nada los riesgos de los que ha hablado el presidente Luis Abinader. Que asuman las consecuencias políticas de su desatención al llamado del presidente de la República.